*INFLAMACIÓN CRÓNICA*
La inflamación se divide comúnmente en tres fases: inflamación aguda, la respuesta inmunológica, e inflamación crónica. La inflamación aguda es la respuesta inicial a la lesión tisular y es por la libración de autacoides. Esta fase generalmente precede a la respuesta inmune.
La respuesta inmune ocurre cuando las células inmunocompetentes se activan ante organismos extraños o sustancias antigenicas liberadas durante la respuesta inflamatoria aguda o crónica. El resultado de esta inmunorespuesta es benéfico para el huesped ya que los organismos invasores son fagocitados o neutralizados.
El resultado de este proceso puede ser deletéreo si conduce una inflamación crónica sin resolución del proceso perjudicial subyacente.
La inflamación crónica implica la liberación de un número de mediadores que no son prominentes en la respuesta aguda tales como: Interleuquinas (1, 2 y 3), factor de necrosis tumoral alfa2, Inferferones y factores de crecimiento derivados de las plaquetas.
La artritis reumatoidea es un claro ejemplo clínico de este fenómeno, ya que en esta entidad, la inflamación crónica produce dolor y lleva a la destrucción del hueso y el cartílago que pueden conducir a la inhabilidad severa y a cambios sistemicos que pueden acortar la vida
La inflamación crónica implica la liberación de un número de mediadores que no son prominentes en la respuesta aguda tales como: Interleuquinas (1, 2 y 3), factor de necrosis tumoral alfa2, Inferferones y factores de crecimiento derivados de las plaquetas.
La artritis reumatoidea es un claro ejemplo clínico de este fenómeno, ya que en esta entidad, la inflamación crónica produce dolor y lleva a la destrucción del hueso y el cartílago que pueden conducir a la inhabilidad severa y a cambios sistemicos que pueden acortar la vida
REACCIÓN INFLAMATORIA CRÓNICA
La inflamación crónica puede surgir en un número específico de circunstancias. Puede seguir a una reacción inflamatoria aguda de larga duración (semanas, meses o años). Particularmente cuando el estímulo incidente es persistente, la inflamación crónica puede coexistir junto con la inflamación aguda. Si la reacción inflamatoria aguda se repite en el mismo lugar anatómico, puede dar como resultado una reacción inflamatoria crónica.
ASPECTO MICROSCÓPICO
El principal hallazgo histológico de la inflamación crónica es la infiltración de células inflamatorias mononucleares (macrófagos, linfocitos y células plasmáticas) en los tejidos. Además, las células residentes del parénquima proliferan. Los fibroblastos se vuelven más numerosos y producen más colágeno, el mayor componente del tejido conectivo cicatrizal (cicatriz). Las células endoteliales se dividen y crean nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis). Los tejidos que contienen epitelio muchas veces poseen sus estructuras epiteliales con hiperplasia, un resultado directo de una incrementada tasa de división mitótica de las células epiteliales. Además, si la reacción inflamatoria es particularmente severa y persistente, las estructuras normales que alguna vez estuvieron presentes son reemplazadas por tejido conectivo, con o sin células mononucleares. Esto lleva a la pérdida de la funcionalidad de algunos órganos luego de una reacción inflamatoria crónica. Cuando se ubica en la piel o en articulaciones, la inflamación crónica puede ser dolorosa y debilitante, pero raramente es la responsable de la muerte del paciente.
ASPECTO MACROSCÓPICO.
Si la inflamación no es particularmente severa o de larga duración o si el componente proliferativo no es importante, puede no ser vista macroscópicamente. Sin embargo, si hay un gran componente de tejido conectivo, el foco inflamatorio se endurece y se siente arenoso al ser incidido con el bisturí. Si el tejido conectivo no se ha desarrollado, el único cambio macroscópico puede ser tintorial, el tejido se torna más blanco de lo normal.
ETIOLOGÍAS.
La inflamación crónica puede surgir de una inflamación aguda persistente o repetida, pero la inflamación crónica está típicamente asociada con algunas formas de estímulo inflamatorio que no pueden ser removidos por las defensas del hospedador. Estos pueden incluir organismos, como especies de micobacterias y algunos retrovirus, ya que ambos poseen una alta capacidad replicativa y el hospedador no puede eliminarlos efectivamente. También se incluyen como agentes causales a compuestos no degradables, como talco, carbón, sílice, asbesto y materiales orgánicos hidrofóbicos como aceite.
Probablemente el factor más importante en inducir la inflamación crónica es la naturaleza de la respuesta inmune del hospedador ante ese estímulo. Si la respuesta es particularmente exuberante o de prolongada duración, el resultado será seguramente una inflamación crónica. En estos casos la inflamación crónica surge lentamente, sin inflamación aguda que la anteceda y, al principio, sin síntomas. Todas las enfermedades autoinmunes caen en esta categoría. Los linfocitos usualmente son el principal componente de esta reacción, porque proveen de especifidad antigénica a los anticuerpos y a reacciones mediadas por células a nivel tisular.
SINTOMAS
La presencia extra de sangre y de líquidos en el área afectada produce una tumefacción o hinchazón perceptibles con facilidad, al tiempo que el aumento del volumen sanguíneo provoca el enrojecimiento y la sensación de calor en la zona circundante.
El dolor de esa zona está causado por la presión sobre las terminaciones nerviosas ejercidas por la tumefacción, así como por la intensa estimulación o irritación de las terminaciones sensitivas, provocada por algunos de los componentes del exudado inflamatorio.
Otras manifestaciones clínicas de las inflamaciones pueden ser la limitación funcional del órgano involucrado, por acción directa de los factores patógenos, la alteración de la circulación sanguínea en la zona o un cambio en el volumen del órgano afectado.
Una inflamación puede afectar sólo una pequeña área del cuerpo, como cuando se produce un corte de un dedo, o bien todo el organismo, como en el caso de una afección reumática.
CAUSAS
Las causas de las inflamaciones son muy numerosas y abarcan todos aquellos agentes que pueden ocasionar algún daño a los tejidos del organismo. Por lo tanto existe una relación directa entre los agentes patógenos y el tipo de inflamación producida por ellos; así, los gérmenes piógenos, nombre con que se conoce los microbios ordinarios que producen el pus, siempre causan supuración. En otros casos, como ya se ha indicado, la inflamación es idiopática, es decir, de causa desconocida, y muchas veces está ligada a procesos de autoinmunidad.
De todas maneras, la relación entre los microbios y el tipo de inflamación no es constante, y para el diagnóstico debe considerarse que la inflamación puede variar por el estado circunstancial del organismo o por el tipo de acción de la causa nociva.
Además, debe tenerse en cuenta las dolencias, por lo general crónicas, que pueden influir de una manera directa o indirecta en la propensión a sufrir inflamaciones, como la diabetes o la uricemia, entre otras.
En algunas ocasiones se producen inflamaciones debido a que el cuerpo fabrica demasiados anticuerpos sin razón aparente; esto sucede en los casos de fiebre reumática entre los niños.
También el organismo genera anticuerpos para luchar contra sustancias por lo común inofensivas, que causan ciertas reacciones originando una inflamación; esto sucede ante las alergias, como la fiebre del heno.
TRATAMIENTO
El tipo de tratamiento que se debe aplicar ante una inflamación también está supeditado a las características de la zona afectada y a las causas que la hayan provocado.
Las pequeñas heridas deben lavarse con agua y jabón, y mantenerse limpias mediante el uso de antisépticos y vendajes o apósitos estériles, para evitar una posible infección y la consiguiente inflamación que se puede producir.
La aspirina y el paracetamol pueden reducir la mayoría de las inflamaciones y aliviar el dolor.
Cuando la inflamación está causada por una infección bacteriana, como en el caso de una amigdalitis, es necesario un tratamiento con antibióticos.
En el caso de producirse esguinces o estiramientos musculares, el dolor y la inflamación puede aliviarse mediante la aplicación de unas compresas frías acompañadas de reposo, y de la completa inmovilización del área afectada.
Algunas inflamaciones pueden resultar peligrosas si afectan órganos vitales, como las vías respiratorias, por ejemplo, en los ataques de asma, debiendo ser tratadas con corticosteroides. Para los eccemas, así como para tratar otras inflamaciones crónicas de la piel, suelen administrarse corticosteroides en aplicación tópica.
CONSECUENCIAS.
La inflamación crónica es la base de algunas de las enfermedades más debilitantes y fatales que se conocen. Enfermedades de los ungulados producidas por lentivirus (como el maedi-visna ovino), glomérulo nefritis autoinmune o artritis reumatoidea, encefalitis virales o asbestosis pulmonar representan todas enfermedades crónicas que son típicamente progresivas, agobiantes y casi siempre mortales.
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